viernes, 1 de enero de 2016

ESTOY COMPROMETIDO


Desde el mismo instante de nuestro nacimiento, comienza el gran compromiso. No es otro que el compromiso que establecemos con la Vida como individuos. Ese vínculo que trazamos y que hasta el día del deceso, es indestructible, nos va a marcar el camino, pues tal y como estemos de comprometidos, así sentiremos que estamos haciendo aquello que vinimos a hacer. Durante el crecimiento del ser humano, así como de cualquier ser vivo de este planeta, aparecen todas las probabilidades de Vida y con ella todos los compromisos que podemos establecer, en este proceso evolutivo.
Como sabemos toda Vida, nace, se desarrolla y crece, justamente para eso, para evolucionar. El compromiso es una de las mayores herramientas que disponemos para fluir en favor de la evolución y por tanto de la Vida. Alguno se preguntará: ¿Cómo es posible que el compromiso sea la clave…? Pues quizás en este pequeño escrito, des tú mismo con la respuesta.
Mientras el individuo desarrolla su personalidad, se está comenzando a conocer y sobre todo lo hace a través del entorno, es decir, es el propio marco en el que se mueve días tras día, el que le muestra cada instante algo más de sí mismo, siempre y cuando sea capaz de profundizar en las emociones y acciones que se suceden tras las relaciones que establece, mostrándose consecuente de sus propios actos.
De este modo, camina hacia la madurez. Cada situación en que nos pone la Vida, nos lleva más dentro de uno mismo para elevar aquello que se desencadenó tras un suceso. Los vínculos son parte siempre de los compromisos, en este caso, de compromisos sociales. Ya sea en el entorno familiar, en el laboral o bien en el geográfico. La forma de establecer relaciones y cómo estas se desarrollan a lo largo de la Vida, nos estará mostrando las afinidades o bien las desafinidades con nuestro entorno. Cuando los vínculos sociales se rompen, desapareciendo esos compromisos, se debe a que ya no existe afinidad. La afinidad siempre viene dada por aquello que uno mismo puede sumar en positivo al entorno y por aquello que el entorno, suma positivamente  en nosotros. Cuando existen individuos o entornos negativos, muchas veces puede suceder que no seamos capaces de romper ciertos compromisos. Ahí es cuando estamos deteniendo nuestra evolución y nos estamos posicionando en contra de la Vida. En estos baches, por cierto, muy importantes a tener en cuenta, ya que fortalecen nuestras capacidades interiores, tenemos la oportunidad de descubrir lo que nos está deteniendo y el motivo de ello. El compromiso con la pareja, la familia, la empresa, los amigos, etc… se puede haber roto. Como decíamos, ya no suma ni nosotros sumamos, ya no hay evolución. Todo se apaga, nos angustiamos, estamos tristes, apocados, encarcelados… hacemos lo que creemos que nos toca hacer, pero en el fondo sabemos que eso ya no tiene sentido. Lo que ha ocurrido, es que se ha roto el compromiso y lo ha hecho porque allí - en esa circunstancia - ya no hay lugar para seguir evolucionando. Hemos tocado techo.
Lo más importante, llegado este caso, es no ponernos en contra del entorno. Ahí es el momento de mostrar la madurez. Si es el entorno el que se pone en nuestra contra, es importante no alimentar ese estado. Si lo hacemos, si no podemos evitarlo, es porque todavía queda parte del compromiso sin solucionar internamente. Algo, aunque sea en negativo, no está permitiendo que el compromiso se rompa definitivamente. Emociones interiores todavía están mostrando infantilismo. La inmadurez, en general, se descubre fácilmente por comportamientos que sólo son propios de niños pequeños. Son formas instintivas de reaccionar, actuar por imposición, por la fuerza, por victimismo, por energías fuera de control, agresividad, rechazo recurrente, introversión, orgullo, venganza, etc… todo eso, forma parte de aquello que ya tendría que haber madurado nuestra personalidad.
Es por tanto el compromiso, un acto de responsabilidad y la responsabilidad es algo propio de la madurez. Todo aquello que queda fuera de ello, queda también fuera de los procesos evolutivos de la Vida.
Si damos una mirada atrás, podremos observar cuánto ha evolucionado el ser humano, pero también podremos hacernos conscientes, de cuánto todavía queda por evolucionar.
Nuestro planeta, parece - ahora más que nunca - estar pendiente, de cuánto vamos a seguir siendo irresponsables con la Vida.

En ocasiones nos da por analizar la conciencia global humana, en este ejercicio de consciencia, nos posicionamos ajenas a ella, es decir, como meras observadoras del planeta y de la conciencia colectiva. Es entonces cuando se nos ocurre comparar esta conciencia con un cáncer, por su gran similitud. Todos sabemos que las células cancerosas deterioran, hasta incluso, llegar a matar, al propio cuerpo que les permite estar vivas. El cáncer destruye aquello que le da vida, de igual modo que la falta de compromiso de la humanidad, destruye el cuerpo en el que vive, ese cuerpo no es otro que nuestro increíble planeta.
Cada vez que nosotras y tantos con idéntico sentimiento nos hacemos conscientes de esta naturaleza destructiva, no podemos evitar resurgir con más fuerza, tal y como lo harían las células sanas de un cuerpo con cáncer, esas que sí quieren vivir en ese cuerpo, y al hacerlo, mostrar que se puede acabar con el cáncer que está invadiendo y acabando con algo que no es suyo, sino un precioso pedazo de materia que al mismo tiempo, vive, se desarrolla y crece en un entorno superior, el Universo.
No es tiempo para dejar de comprometernos, todo lo contrario, es tiempo para convertirnos en esas células que quieren vivir en un cuerpo sano. Que desean la madurez en sus vidas y que la responsabilidad es la actitud que las va a conducir al éxito. No importa la edad que tengamos, ni de donde seamos, ni ninguna otra supuesta diferencia. Como seres vivos que habitamos este planeta, el compromiso es el mismo para todos.
Hoy todavía cuando miramos a nuestro alrededor podemos descubrir células cancerosas. Sólo tenemos una solución, IGNORARLAS, jamás darles alimento. Ello se consigue rompiendo el vínculo con aquello que no nos conduce a seguir creciendo.
Pero Hoy, si miramos con otros ojos, buscando afinidades, eligiendo nuestro entorno, ese que suma, descubriremos la cantidad de células vivas y con ganas de vivir que tienen idéntica intención que nosotros. Es con ellas con las que tenemos que reforzar los lazos y sentir la fuerza que acabará con el cáncer del planeta.
No importa si para ello queda mucho y creamos que no podremos vivirlo. Lo harán las generaciones futuras. Sólo tenemos que cerrar los ojos e imaginar este planeta lleno de belleza, con una civilización en armonía. Si somos capaces de sentir que es probable, es porque esa realidad puede plasmarse.
Los grandes objetivos, siempre comenzaron siendo, meros sueños.
Nosotras cada día, sin descanso, soñamos…


Joanna Escuder

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