viernes, 1 de enero de 2016

BRUJAS, PRINCESAS, O NIÑAS JÓVENES, VIEJAS Y TRAVIESAS


Sí, es cierto, este título que he puesto no deja lugar a dudas de que voy a hablar de nosotras. Las únicas que a lo largo de la historia de la humanidad hemos sido protagonistas de escenarios de todo tipo, sin tener en cuenta que no lo podíamos todo, pero creyendo que así era. Ya no viene a cuento hablar de si se nos ha tachado de sexo débil y esas chorradas, más que superadas - pues sino lo están, pocas dudas quedan de que algo pasa en tu corazón, que aún no tiene capacidad de sobrepasar fronteras de pobreza impuesta -. Estamos en un tiempo en el que las cosas son cada día más claras y menos aparentes - a dios gracias -, es por ello por lo que cuando alguien me habla de ellas, de las Brujas como un aspecto femenino detestable, o bien todo lo contrario, envidiable, lo único que puedo sentir es comprensión. De nosotras se dijo de todo, entre otras cosas, que éramos rameras, que usábamos la magia para apoderarnos del otro, que no respetábamos nada y que buscábamos la libertad a escobazos, sacudiendo de nuestro entorno a toda molestia familiar, sin escrúpulos ni bondad. Así las Brujas fuimos sobreviviendo, en nuestro mundo, en ese único espacio en el que somos verdaderas, expresando cada una a nuestro modo, todo lo que sabemos que es cierto y yace en nuestro respetable mundo interior como un gran tesoro. Conectadas como siempre hemos estado a los mundos invisibles para el resto, hemos ido aprendiendo y practicando, ritos mágicos que nos han llevado a conocernos mucho mejor, que quienes nunca lo han probado. Así hasta que nos convertimos en un estorbo, pues desvelábamos lo que para muchos era un misterio que no podían contralar, eso a nuestros intolerantes, los convertía en vulnerables, en hijos del miedo, de cárceles de realidades del más allá. Fue por ello por lo que aparecieron los decretos, en los que se ordenaba nuestra quema de cuerpos. Lo mejor de todo era eso, que sólo eran nuestros cuerpos los que ardían en las hogueras, por eras y eras, pues en nuestra sabiduría sostuvimos el conocimiento de lo más ancestro de nuestras abuelas, las chamanas más arcaicas que en la humanidad existieron. Ellas nos abrazaban mientras podía el resto, oler a cuerpo muerto. En ese abrazo reconocimos lo eterno de nuestra existencia. Los palos que quedaron enterrados en la memoria de nuestros perseguidores, están ahora recobrando vida. Y ellos lo saben, saben que todo aquello que mataron, vuelve a tener vida y que es el momento de regresar a nuestro mágico hogar, ese que rodeado de plantas, animales y belleza, nos permite seguir siendo brujas, chamanas, magas, sacerdotisas o aquello que nos dé la gana. Ya no tenemos miedo a volver a ser quemadas.
Ahora eso sí, tú puedes elegir si quieres seguir buscando a esa Princesa que llevas dentro y que sólo existe en los cuentos, la misma que siempre está esperando al príncipe que la haga reina de su efímero palacio. Reprograma, descodifica, eso fue lo que nos quisieron hacer creer, por supuesto era, para seguir dependiendo todas de él. Lo que ocurre es que él no sabe, que hemos madurado y que no les estamos esperando.
Para que no haya duda, ahora me estoy cuidando de esa Niña Joven que habita en mi interior y que aún anda buscando un protector. Ya le he dicho que todo está bien, que nosotras nos podemos proteger sin necesidad de buscar fuera nada más. Me ha creído. Por vez primera me ha mirado a los ojos y ha asentido. Está contenta de saber que con la Bruja se está muy bien. Gracias a ello ahora se siente independiente, sabe que su poder femenino está latente y que con él a flor de piel, no necesita de ningún príncipe. Tan claro lo tiene, que ayer voló el castillo que flotaba en un sueño alado que antaño había pintado. Juntas lo celebramos, así la Niña Joven ya no está triste, ni frustrada, ni se deja convencer por cualquiera que le haga una absurda promesa, tiene claro que está preparada para sentirse amada por lo que es. En un acto de sinceridad, me confesó que si algún día se enamorase, vivirá sin depender, sola, libre o con él, pero sabiendo muy bien quién es. Así cuando lleguemos a la ancianidad, todos podrán disfrutar con la Vieja Bruja, la misma que regresa cada día a su cueva, tras volver de sus viajes nocturnos, después de hablar con águilas, búhos, lobos en extraños lugares ocultos, mientras utiliza su perspicacia para cuando despunta el día, elegir las flores con las fragancias con las que confeccionar los mejores perfumes para su hogar.
Todo está en perfecto silencio. Un fuego arde en el centro de la sala, las llamas nos recuerdan a millones de Brujas quemadas y empaladas, podemos ver como una a una despiertan, las abrazamos entre todas, les hacemos saber que ha llegado el tiempo de volver. Las únicas hogueras son las creadas con dulces manos viejas, que han superado todas las pruebas y que vivas de nuevo, como féminas y madres sempiternas se reúnen, para compartir nuestras experiencias, sin rivalidad ni competencia, con respeto y humildad. Ahí estamos todas, esas mujeres a las que muchos aún nos tachan de Traviesas, por atrevernos a romper el mundo que se inventaron para nosotras. Hoy habiendo cruzado el umbral de nuestra verdad, sentimos paz, pues podemos decir con firmeza: Somos Brujas y Somos Eternas.

Joanna Escuder

 2 de Octubre de 2015

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