viernes, 1 de enero de 2016

APRENDER A DECIR NO



Aprender a decir NO…? Qué curioso…

Eso me contestó la dependienta de una tienda de telefonía móvil, cuando le hice saber cuan erróneo era – a mi entender – que un empleado se acabara identificando con la empresa que “le da de comer”.

Sucede que cuando uno está en la posición del “débil” y está asustado por lo que pueda suceder, acaba adoptando el rol del esclavizado, la mayoría de las veces, sin siquiera darse cuenta. Este rol de la esclavitud, procede del histórico humano, como todos ya sabemos, pero sólo está en nuestras manos el tener la valentía de erradicarlo.
Para que el poder abusivo deje de serlo, no hace falta mucho. Es más sencillo de lo que imaginamos. El poder, se cree lo que es porque se siente imprescindible para el “débil”. Por tanto, como el poderoso no soltará su poder, entre otras cosas, porque le encanta, el “débil” lo tiene fácil, sólo tiene que dejar de alimentarlo.
¿Qué ocurre cuando no se es capaz de dejar de alimentar al poder?
Pues a mi parecer varias cosas.
Puede ocurrir que el que era el “débil” se vuelva igual que el que supuestamente le daba de comer o bien que acabe sintiéndose el esclavo. Pero como ser esclavo, no es de ley, el esclavo acaba indignado, cabreado con el mundo, sabiendo que está sometido a algo y creyéndose que esa vida no la ha elegido él.
Muy equivocado camina el que piensa que no elige la vida.
Cuando el “débil” hastiado, ya no puede más con su cabreo, es posible que decida tomar las riendas de su vida y no dejar que nadie le conduzca. Así se posicionará ante el presunto adversario y en lugar de luchar contra él y sus imposiciones, buscará la forma de resolver en sí mismo a ese que tantas dudas tiene y que no sabe cómo proceder, si alguien superior no tiene poder sobre él.

De repente se abre un mundo en el que uno mismo es el jefe y ese jefe prefiere no tener un duro pero ser libre, ser persona, en definitiva, Ser Humano antes que empleado o esclavo de cualquier cosa. Ese día, se siente grande, maduro, lleno de voluntad para ir por otro camino, aunque por aquel camino no vayan los demás.
A este cambio interior se le conoce como VALOR. Es sólo el valor lo que nos da la libertad. Sin valor para forjar nuestro propia vida, la esclavitud nunca morirá.
El poder individual es la fuerza que imprimirá de voluntad a uno mismo y al entorno. El poder de la masa ciega, que como un rebaño hace lo que parece que tiene que hacer la sociedad, no es poder ni es nada.
La dependencia social, es lo que hace poderosos a los gobiernos, a las autoridades a los grandes empresarios sin escrúpulos y a tantas y tantas entidades, como las religiones, que pretenden desprender al individuo de personalidad.
En esta época en la que se aclama en post de la unidad, no podemos dejarnos engañar por una creencia que no contiene ninguna verdad. Hay quien promulga que la unidad es la solución, pero ahora interpretemos unidad.
Si para el poder la unidad es ser todos iguales, nosotras somos unas egoístas. Pues a nuestro entender la unidad es ser una pieza imprescindible de un puzle, pero tal y como esa pieza, tener su propia forma, su propio color y sus propias cualidades. Del mismo modo que el resto de piezas de ese puzle. El puzle formaría la unidad de un todo indivisible, pero de un todo lleno de diferentes tonos, embriagado de miles de ideas diferentes y con una fuerza común: Que ninguna pieza, necesariamente tenga que dominar sobre el resto de piezas.
Para conseguir formar ese puzle, se precisa que cada pieza sepa quién es, que hace aquí, cuáles son sus cualidades, cuál es su forma de expresar la belleza para que el resto pueda verla, qué lugar ocupa en el puzle. Todo eso que siempre anularon de nosotros, el poder, para hacernos sentir inútiles.
Todo ello sólo se consigue, caminando hacia el descubrimiento de nuestra propia identidad. Aprendiendo a decir NO, cuando eso es lo que uno siente, pese a que la masa, diga lo contrario o lo juzgue como algo sin sentido, etc…
Decir NO, es decir BASTA, es colocarse en la posición del vencedor, es dejar de estar amargado por la situación que no puedes controlar, es fluir hacia otro lugar, hacia otra forma de vida, hacia otra verdad, aunque esta sea desconocida, es dejar de frustrarse, de preocuparse, de enfermar por los miedos a no tener lo que antes tenías y creías que te hacia feliz.

Cuando, el esclavo se escapa de la atadura del amo, siempre siente pánico, pues el estado de libertad no lo conoce, nunca antes se ha sentido libre y no reconoce esa forma novedosa de sentir.
El otro día en el metro de Barcelona, un joven de poco más de veinte años, dejó sentar a una señora mayor. Sino damos más detalles, creeréis que es lo normal, que era su obligación y que no hizo nada excepcional. Pues sí, es cierto, no hizo nada excepcional en el año en el que estamos y en una ciudad como la nuestra. Pero si esa misma escena, la trasladamos a los años 40 en una ciudad como Maryland y os digo que el joven era blanco y la mujer era negra, la cosa cambia, no?
Entonces me miré a la mujer, me sonrió, y me hizo saber que aunque su pasado social y racial había sido deprimente y había sido vilipendiado por la esclavitud, HOY era una mujer libre y que ese gesto – el del chaval - mostraba la capacidad humano para decir NO a aquello que nos aleja de ser Seres Humanos.
Si los esclavos de todos los tiempos pudieran cruzar la puerta que los mantiene encerrados, la Humanidad habría erradicado el poder. Pues como vemos, existen muchos tipos de esclavitud, una es la física y otra la mental o la emocional. Ninguna de ellas tiene más sentido. Podemos abrir nuestra puerta mental y emocional hacia la libertad y también podemos abrir la de los demás, pero sólo uno mismo por su propia voluntad, puede cruzar el umbral. Quizás de este modo, contagiando de valor al prójimo, también se erradique todo tipo de esclavitud física. Como individuos con valor, podemos dejar de encubrir a todo aquel que utiliza la fuerza y el poder físico. Tenemos que identificar al maltratador, al violador, al que humilla para sentirse superior, al que utiliza la moneda para conseguir lo que desea, aunque eso signifique vejar a un niño, a una mujer o a quien sea...
Es un BASTA YA. Es decir NO. Yo ya no juego a este juego. Game Over.

Soy ahora Yo quien decido si pongo al Ser Humano que soy por delante de todo. Si soy Persona antes que empleado, lo mismo si en lugar de empleado soy empresario. Si soy individuo antes que identificarme en un grupo, que me hace sentir seguro. Si me siento en paz conmigo sin necesidad de nada más, de enfrentarme a ese poder y al sistema que ha creado. Si dejo de contribuir y alimentar a ese sistema caducado. Si abogo por mi libertad y por la del prójimo. Si dejo de pelear sin necesidad de ganar.
Soy Yo quien decido como quiero caminar…


Joanna Escuder

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